
CONTEXTO Y LENGUAJE
El ser humano se suele distinguir, entre otras características, por la facultad del lenguaje. Es decir, por la capacidad de crear sistemas complejos de comunicación que en términos de Heidegger podría resumirse en que “poéticamente habita el hombre”.
Nuestra relación con el mundo está mediada por el lenguaje, que siguiendo a Ferdinand De Saussure, se divide en lengua (sistema) y habla (práctica). Esta distinción que se debate desde el S.XIX, es parte de una de las ciencias sociales más amplia que existe: la lingüística.
Este curso tiene como objetivo, no solo develar las particularidades de la lingüística, sino también su campo de relación y el umbral de la discusión que en nuestros tiempos suscita el lenguaje.
Retomando, debemos recordar que iniciamos con tres preguntas propedéuticas: ¿Cómo aprendemos?¿Cómo influye mi contexto?¿Qué sucede cuando leemos? Lo que nos llevó a conocer la postura de Vigotsky, Bourdieu y Miguel de Zubiría, respectivamente.
Constructivismo y Pedagogía Conceptual
Para el psicólogo ruso, el ser humano desarrolla sus procesos mentales en interacción con los otros, por lo que aunque existen ciertas facultades inherentes como la memoria y la atención, éstas operan mediadas por la cultura. La cual, nos permite llegar a otros procesos más complejos.
En esta mediación, el rol de la escuela juega una importancia fundamental. Como también lo son otros espacios como la familia, los medios de comunicación y la comunidad. Estas premisas son recogidas por Miguel de Zubiría, quien con base en ellas y retomando a otros autores como Drucker, Ausubel y Gardner, plantea una pedagogía conceptual. Una forma de comprender el andamiaje que representa la educación en los procesos psicológicos.
Es así, que afirma que existen tres fases de aprendizaje. La primera, llamada afectiva es en la que el individuo está interesado en alcanzar un logro determinado. Por ejemplo, aprender a patear la pelota para pasarla a alguien más.
La segunda, es la fase cognitiva, en la cual aprendemos el concepto y somos capaces de relacionarlo con el contexto. Por ejemplo, aprender las reglas del fútbol y por qué existe el fuera de lugar.
Por último, la fase expresiva, en la cual el individuo puede dar cuenta del proceso de cómo aprendió, simular situaciones similares y proponer nuevas situaciones con lo aprendido.
Ésto tiene que ver con otra idea de Vigotsky, la de internalización. Es decir, cómo el individuo no sólo recibe una información, sino cómo se apropia y reconstruye las experiencias significativas que ha tenido en su contexto.
Campo Social, Habitus y Capitales
En sintonía, con el constructivismo social que propone Vigotsky. El sociólogo Pierre Bourdieu, desarrolló una teoría con la cual buscó explicar cómo operan y se reproducen las jerarquías sociales alejándose del determinismo económico que planteaba el marxismo, abrazando una explicación más cultural.
En este sentido, introduce la noción de campo social para designar el espacio simbólico donde los individuos entran en relación con los otros, disputando la apropiación y el dominio del mismo. Toda relación social es desigual, y todos jugamos un rol de reproducción o resistencia frente a dicha configuración.
Esta situación de desigualdad y reproducción no sólo opera entre las personas, sino también desde las estructuras sociales hacia las personas. Por ejemplo, el colegio es un campo social, donde existen ciertas jerarquías frente a las cuales jugamos un papel social, pero que van dejando una impronta en nosotros. En palabras de Bourdieu, es una “estructura estructurada que funciona como estructura estructurante”.
La escuela es una construcción social, no pertenece al mundo biológico, depende de los seres humanos y sus relaciones. Pero funciona construyendo habitus en los agentes que allí se encuentran. El habitus puede entenderse como hábito, pero implica también que hay ciertos condicionantes en la estructura social que influyen en las formas que nos comportamos, ahí radica lo particular del concepto.
También, el individuo (agente) acumula recursos que van más allá de lo económico o material, las relaciones que establece simbólica, cultural, social y políticamente permiten mejorar o empeorar su posición en el campo donde se desarrolla. Es así, como el monje tibetano más austero no tendrá poder económico, pero dentro de su comunidad simbólicamente tiene más peso que el dueño de la taberna del pueblo, quien seguramente tendrá un capital económico más elevado. O el popular jugador de fútbol de la clase, tendrá más capital social y contactos que el tímido chico nerd que ha acumulado más capital cultural sobre programación y desarrollo web.
Evidentemente, los tres conceptos se interrelacionan y caemos en la paradoja del huevo o la gallina, al intentar saber qué ocurre primero. Sin embargo, lo que nos permite la teoría de Bourdieu, es establecer que claramente la subjetividad está condicionada por el campo social y las relaciones desiguales que se establecen en su interior.
Proceso Lector
Por último, vale la pena recordar que si bien aprendemos en interacción social, como lo vimos con Vigotsky, y que dicha interacción se hace en escenarios de desigualdad que interiorizamos, siguiendo a Bourdieu. Todo ello, acontece en y por medio del lenguaje.
En este sentido, retomando que el lenguaje es la facultad para crear sistemas de comunicación, donde a dichos sistemas los denominamos lenguas y que se ejercitan oralmente mediante el habla. No podemos dejar de lado que la gran particularidad que nuestra civilización ha alcanzado es el desarrollo de la escritura.
Todavía no es claro, si el origen de la escritura es posterior al nacimiento del habla, dado que hay restos de protoescrituras o lenguajes simbólicos que se remontan a 30 mil años atrás. Aunque siempre se le adjudicó al pueblo Sumerio de la antigua Mesopotamia (5.000a.C.).
La verdad es que la escritura permite el diálogo más allá del tiempo y el espacio, es la posibilidad de, digamos, encapsular lo efímero de nuestras lenguas. De esta manera, ¿Cómo funciona este proceso de “encapsulamiento” y “desencapsulamiento”?
Miguel de Zubiría, nos ofrece una respuesta mediante lo que él denomina “proceso lector”. Este esquema busca explicar cómo nos acercamos a la escritura y podemos discurrir en y con ella.
Afirma que lo primero que hacemos es descomponer el grafema a fonema, dividiendo por sílabas las palabras. Luego, realizamos una decodificación primaria que nos lleva de la palabra al concepto, operando mediante el léxico, la sinonimia, la contextualización y al identificar la raíz de las palabras. En un segundo momento, decodificamos y extraemos significados en cada frase u oración, mediante la uso de la puntuación, la pronominalización, la cromatización y la inferencia proposicional. Al pasar a elementos más amplios como los párrafos, realizamos una nueva decodificación que implica el desarrollo de la lógica mediante la deducción y la inducción.
Finalmente, Zubiría explica que el proceso lector llega a la lectura categorial, que permite sintetizar textos completos y la lectura metasemántica, que es el análisis transtextual de las circunstancias socioculturales.