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ALGO MUY GRAVE VA A PASAR EN COLOMBIA

Por Alex Trujillo Giraldo// Mientras las imágenes de alegres manifestaciones estudiantiles se mezclan con cruentas batallas callejeras y abusos policiales. El rumor de una dictadura, se avizora con la caricia de un plumazo.


Como una promesa autocumplida, la nación macondiana se despedaza y recrea un cuento de La Hojarasca de Gabo, sin darse cuenta. En este cuento, una señora le dice a sus hijos que despertaba con un raro presentimiento que "algo muy grave va a pasar en este pueblo".

Foto: Sebastián Jaramillo Ocampo


Son nueve días, y contando, los que lleva Colombia ardiendo en medio de un pico de contagios que acumula más de setenta mil muertos por Covid-19. No ha importado la lluvia, la fuerte represión, ni la censura de redes sociales y medios cómplices del gobierno. Cada día, los bloqueos de vías se multiplican, como también los rumores.


Las fake news sobre saqueos de "vándalos" circulan por mensajes de voz, que rápidamente propagan el miedo de comerciantes que salen armados a "cuidar sus negocios", principalmente en Cali y Pereira.


En esta última ciudad, civiles armados atacaron el día de ayer una manifestación, provocando la muerte cerebral del estudiante universitario Lucas Villa, mientras participaba pacíficamente de un bloqueo del viaducto que comunica a la capital risaraldense con el municipio de Dosquebradas. En el hecho dos jóvenes más fueron heridos.

ALERTA: IMÁGENES FUERTES


Las organizaciones sociales de Pereira, señalan que los comentarios del alcalde Carlos Maya en días pasados, donde afirmó que:"...Vamos a convocar a todos los gremios de la ciudad y a los miembros de la seguridad privada para hacer un frente común, para recuperar el orden y la seguridad ciudadana." Habrían incitado estos gravísimos hechos.


Las cifras, con corte del 28 de abril al 5 de mayo, reveladas por la ONG Temblores, son desgarradoras: 37 asesinados por arma de fuego, 10 víctimas de abuso sexual por parte de la fuerza pública, 22 lesiones oculares por impactos y 831 detenidos arbitrariamente. Todavía un número incierto de heridos y desaparecidos.


Los hechos son tan graves, que hasta la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, en boca del congresista Gregory Meeks, pidió retirar la asistencia militar por graves violaciones a los derechos humanos.





La escalada de violencia, intensificada por redes sociales por el expresidente Álvaro Uribe, y la posibilidad de la declaración de la "conmoción interior", mientras que se posterga el diálogo social para la próxima semana, hacen pensar que estamos ante un plan de autogolpe de Estado, como lo señaló en pasados días, el senador y líder de la oposición, Gustavo Petro.


La conmoción interior, es una figura jurídica prevista en el artículo 213 de la Constitución, que permitiría al partido gobernante restringir la movilidad ciudadana, utilizar temporalmente bienes públicos y privados, restringir la radio y la televisión.


Al igual que la interceptación de comunicaciones, la aprehensión preventiva de personas, limitar o racionar el uso de servicios o el consumo de artículos de primera necesidad. Suspender alcaldes, modificar el presupuesto, realizar inspecciones o registros domiciliarios para buscar pruebas judiciales o prevenir los delitos.


Lo que sería literalmente, apagar el fuego con gasolina. Un fuego creado por el paquetazo de reformas propuesto hace unas semanas por el poder ejecutivo y que incentivaron el Paro Nacional.


Estamos a tiempo, de finalizar este cuento, de otra manera. Todavía existen vías de escape o nos encontraremos con el mismo final que Gabo, en 1955 le dio a su historia:


"Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.


—Yo sí soy muy macho —grita uno—. Yo me voy.


Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen:


—Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos.


Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.

Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:


—Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa —y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.


Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:


—Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca."



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