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EN CARTAGO SER JOVEN NO ES DELITO

Los jóvenes de Cartago viven una situación dramática, que requiere la atención de todos. Al fuego cruzado de la violencia estructural que vivimos, se le suma el fuego cruzado de un Estado que sigue erráticamente condenando a nuestros jóvenes. Las últimas detenciones arbitrarias siguen poniendo en peligro sus vidas.


En las últimas semanas, la ciudad ha padecido la zozobra de un reacomodamiento de las estructuras armadas que controlan las economías ilegales. Un hecho que hemos naturalizado, dado el contexto histórico que hemos vivido. Mientras siguen aumentando las cifras de asesinatos y desapariciones.


Sin embargo, tras la visita del ministro de defensa, Alfredo Molano en julio pasado al consejo de seguridad ,que convocaron autoridades locales y departamentales para tratar el incremento de asesinatos. Los jóvenes no solo han sido las víctimas de esta guerra entre bandas, sino también de las acciones que buscan desactivar dichas estructuras criminales.


En el día de ayer, tras redadas policiales realizadas en diferentes barrios de la ciudad, se conocieron casos de posible abuso policial en los procedimientos. Según los relatos recabados por la veeduría municipal en derechos humanos, los hechos ocurrieron en el barrio La Arenera, epicentro de las movilizaciones de abril pasado. Las víctimas de este abuso afirman que los hechos fueron agravados por su pertenencia a este barrio.


Así mismo, manifestaron la preocupación que sienten, y realizan una alerta temprana por la posible retaliación policial en marcha, dado que relacionan estos hechos con la detención de miembros de la Primera Línea en todo el país. Cabe recordar que hace una semana fue detenido el líder juvenil, Víctor Flores en el marco de estas acciones de judicialización de la protesta. Por lo que piden acompañamiento de los entes de control y organizaciones de derechos humanos, para garantizar los protocolos correctos durante los procedimientos policiales.


En este sentido, cabe preguntarse ¿Están en peligro los jóvenes de la ciudad? ¿Qué garantías de vida tienen en estos momentos de militarización del departamento? Claramente, esta respuesta la deben y pueden dar ellos mismos. Pero partir del hecho ineludible, que debe ser un mantra para las autoridades: ser joven no es delito.

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